domingo, 19 de abril de 2009

PALABRAS DE PRESENTACIÓN

Ángel David Martín Rubio
FORO HISTORIA EN LIBERTAD


Muy buenos días:
En nombre del Foro Historia en Libertad tengo el honor de darles la más cordial bienvenida a estas Jornadas de Historia que se reúnen por Tercer Año consecutivo en esta ciudad. Nacidas en 2007 teniendo como referente la Historia Militar, las primeras Jornadas giraron en torno al 70 Aniversario del Bombardeo de Cáceres por la Aviación al servicio del Frente Popular, el año pasado conmemoramos el Bicentenario de la Guerra de la Independencia y este año, sin perder el horizonte de la historia militar al recordar los 70 años del final de la Guerra Civil fijamos nuestra atención no solo en este último acontecimiento sino en la etapa histórica a que da comienzo el último parte de guerra firmado en Burgos el 1 de abril de 1939.
En el tiempo que nos separa desde que el Generalísimo Franco asume la Jefatura del Estado, teniendo establecido su Cuartel General en el Palacio de los Golfines de esta misma ciudad de Cáceres, España va a conocer el fracaso de las expectativas regeneracionistas despertadas por la Segunda República, un proceso revolucionario de un carácter marxista predominante aunque no exclusivo, el Alzamiento Nacional, una Guerra Civil, una larga situación autoritaria nacida de la Victoria para desembocar en la Segunda Restauración de la Monarquía y de las formas políticas liberales en paralelo a un proceso de desmembración de la unidad de España y de imposición de una cultura dominante con unas formas ajenas a cualquier tradición cristiana y española.
Que los años transcurridos bajo el signo de la Constitución de 1978 ofrezcan un balance tan poco brillante en lo que a progreso y libertades públicas se refiere explica en buena medida el interés que la España de Franco sigue despertando incluso entre las generaciones más jóvenes. Como ha escrito Pío Moa, uno de los más acreditados ponentes de estas Jornadas:

«Sólo desde 2004, cuando el terrorismo islámico logró con un solo golpe ―la
matanza del 11 M en Madrid― invertir la política interna y externa de España, se
están tornando realmente serias las amenazas a la democracia y a la integridad
de la nación. El nuevo Gobierno viene practicando una política
extraordinariamente favorable a los terroristas, los separatismos y las
dictaduras del Tercer Mundo. Y fuerzas radicalizadas, en el Gobierno y fuera de
él, ansían imponer por fin la “ruptura” no alcanzada en 1976. Esa “Segunda
Transición” llevaría al país, previsiblemente, de la democracia a la demagogia,
al estilo de otras experiencias históricas»[1].
Al servicio de este proyecto de transformación cultural promovido desde la izquierda, la versión hoy dominante acerca de la España contemporánea es una auténtica falsificación historiográfica que, en una sociedad democrática, no debería estar respaldada —como ocurre hoy— por el aparato pseudo-jurídico de la llamada Ley de Memoria Histórica. El pasado no es algo que corresponda a los legisladores interpretar, sino a los historiadores investigar para llegar a comprender. Y a nadie le debería estar permitido un fantasmal juicio a los protagonistas del pasado, un juicio sin defensores ni atenuantes, un juicio en el que solo haría acusadores movidos por sus propios rencores e ideologías. Conocer para explicar y explicar para comprender es la única actitud legítima frente a los hechos históricos en una sociedad madura.
Para eso se celebra este Congreso promovido por el Foro Historia en Libertad y con la participación de historiadores y especialistas en Derecho de la categoría de Pío Moa, Consuelo Martínez-Sicluna, Fernando Paz, y Miguel Argaya. Hemos recibido, además, trece comunicaciones algunas de las cuales serán presentadas al término de la sesión de esta mañana y todas ellas aparecerán en la Revista Altar Mayor editada por la Hermandad del Valle de los Caídos y, finalmente, si es posible, serán reunidas en una publicación.
A diferencia de lo que promueve la izquierda con la llamada recuperación de la memoria histórica y de la amnesia colectiva que pretende la derecha instalada en lo políticamente correcto, ellos nos demostrarán que la Historia puede servir como fundamento de una convivencia equilibrada cuando se establece en los términos que ya señalaron los clásicos, es decir, procediendo con buena fe, sin encono sectario y tras someter a crítica la información aportada por las más diversas fuentes.
En nombre de los organizadores reitero mi agradecimiento a los conferenciantes y a los asistentes. Y para concluir, habría que pedir a los historiadores y de manera muy especial a los jóvenes estudiantes que se preparan en las aulas para serlo el día de mañana que sigan el ejemplo de lo que aquí va a tener lugar a lo largo de este día, porque gracias a iniciativas como ésta se adelanta un paso más para situar el conocimiento del pasado más inmediato en el necesario terreno de una historiografía entendida como ciencia al servicio de la paz, la concordia y el diálogo.
Paz y concordia, sí, pero sin olvidar que para llegar a ella es irrenunciable la necesidad de luchar al servicio de la verdad que no se impone por sí misma sino que se abre paso dificultosamente y suele dejar mártires entre los que se esfuerzan por defenderla. Porque como dijo Donoso Cortés, extremeño universal, cuyo segundo centenario nos disponemos a conmemorar el próximo mes de mayo:
«sólo en la eternidad, patria de los
justos, puedes encontrar descanso; porque sólo allí
no hay combate: no presumas,
empero, que se abran para ti las puertas de la
eternidad, si no muestras
entonces las cicatrices que llevas
; aquellas
puertas no se abren sino para
los que combatieron aquí los combates del
Señor gloriosamente y para los que
van, como el Señor, crucificados»[2].
[1] MOA, Pío, Franco (Un balance histórico), Planeta, Madrid, 2005, 178-179.
[2] DONOSO CORTÉS, Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Espasa-Calpe, Madrid, 1949, 89.

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